Matar aquello que nos mata.
Nos decimos a nosotros mismos que todo está bien, que estamos mejor que antes, nos repetimos una y otra vez que las cosas mejorarán y que uno no sufre por siempre. Que las cosas pasan por algo. Nos terapiamos solos y nos repetimos una y otra vez eso que nos tranquiliza, eso que nos obligamos a creer. Fingimos ante los demás porque muy dentro de nosotros existe esperanza, esperanza de que las cosas van a cambiar, esperanza de que pase aquello que soñamos pero que sabemos que no sucederá, esperanza de que el dolor se desaparezca sin dejar rastro. Porque es cierto el dicho de que la esperanza es lo último que muere pero a veces esa esperanza en lugar de levantarnos nos hunde más y es ahí cuando debemos de entender que es mejor no esperar nada, es mejor apagar esa luz que no lleva a ningún lugar. Matar aquello que nos mata.