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Algo distinto...

Hoy me tome la libertad de escribir de algo distinto a lo que normalmente escribo; hoy plasmo en letras la vida que sé que muchos más también han elegido.


Quién diría que una cancha se convertiría en mi segundo hogar, que un equipo en mi segunda familia y que el deporte definiría mi estilo de vida. Porque yo soy de esas que como muchos otros ha cambiado sus fiestas por entrenamientos, sus fines de semana por viajes a competencias, sus horas libres por ir al gym, sus noches de tranquilidad por noches llenas de nervios y emoción por el partido del día siguiente.


He dejado a un lado las lesiones para poder seguir jugando. He llorado y me he desesperado cuando alguna de ellas me ha impedido seguir. He vivido de hielo después de cada entrenamiento y de rehabilitaciones para seguir haciendo lo que tanto me apasiona. He dejado de darle importancia a golpes diminutos porque no quiero pretextos para estar fuera de la cancha.


Porque conforme pasan los años me doy cuenta que he cambiado, que ahora juego como antes pensé que no lo haría, que la constancia y la paciencia sí dan resultados, y que no hay nada mejor que saber lo mucho que has mejorado. Que hay días en los que se gana y otros en los que nos toca aprender de las derrotas.


Hoy valoro y admiro a quiénes juegan conmigo, a ellas que me han visto derrumbarme, a las que conocen gran parte de lo que soy y siempre han estado para apoyarme. No cambiaría ni un solo segundo esas platicas durante el entrenamiento, esas risas, esas bromas. No cambiaría por nada las charlas después de cada juego en donde te das cuenta cada vez más de quiénes son. No las cambiaría porque se convirtieron en mi segunda familia. Personas que siguen en tu vida no importa cuántos cambios se vayan dando.


Porque son años los que he dedicado a esto, años que me han hecho conocerme a mí misma, años que me han dejado millones de cosas que aprender. He dejado en la cancha lo que soy, he disfrutado cada juego y no me imagino el día en que deje de hacerlo. No sé qué será de mí cuando llegue el momento de dejar los entrenamientos diarios, el día en el que las competencias nacionales ya no sean mi meta. No sé qué haré y no sé cómo le hacen todos aquellos que no han vivido la magia de vivir rodeados del deporte.


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