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Que irónico…

¿Qué irónico no? Esa persona por la que dabas todo, es la misma que hoy te voltea la cara. Aquella en la que te acurrucabas cuando las cosas iban mal, ahora es la que te da los motivos para llorar; la persona que te hacía reír a carcajadas es la misma que hoy te quita la sonrisa del rostro. Las cosas pasan y todo cambia, te sorprende saber que ya no le pasas ni un segundo por la cabeza y que ni un "hola" debes recibir. Hoy creo con seguridad que la persona que te puede hacer sentir viva es la misma que después te dará motivos para sentir que el mundo se te va; esa persona que se preocupaba y la que te cuidaba, hoy ya no le interesa cómo estás, qué te pasa o qué ha sido de ti. Qué irónica es la vida y cuántas vueltas da. Es cierto eso que dicen: "no esperes nada de nadie porque te decepcionarás". Claro que duele ver en lo que esa persona se ha convertido, pero duele aún más saber en lo que tú te has convertido para ella. Jamás podremos controlar lo que los demás hacen por nosotros, y lo que ellos hacen no nos define y nunca lo hará; nos define aquello que nosotros hacemos por los demás, eso que sí podemos controlar, eso que nos convierte en lo que somos. El punto está en hacer lo que nos nace y dejar a un lado el "ojo por ojo", porque al final de todo, las cosas así, terminan mal.


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